Mi crisis se remonta al momento en que tuve mal uso de razón. Y es que, cuando mi abuelo nos regalaba a mi hermana y a mi un billete de cien pesetas, yo no sabía qué hacer con él. Era muy pequeña y todavía no podía irme de compras, ni a restaurantes, ni al cine... ¡Nada! Entonces, ¿para qué quería yo esa hojita marronosa con un señor calvo dibujado? Pues con no mucho criterio empresarial, se lo daba a mi hermana, que poco a poco fue haciendo su pequeña fortuna. ¡Y la tiene, os lo aseguro! El caso es que, aunque ahora no voy regalando billetes, porque ya sé cómo funcionan y para qué sirven, sigo sin remedio... ¡Mi ahorro es cero!
Si vuestra situación es la misma, ¡bienvenidos! O sentiréis como en casa. Y si os gusta el buen vivir, este blog será vuestro hogar. Aquí no sólo purgaremos pecados grandes sino también los pequeños e incluso los insignificantes. ¿Os apuntáis?
¡Un beso grande!
Sylvie Tartán.
No,mucho espíritu empresarial no tienes, ja, ja!
ResponderEliminarje je je!
ResponderEliminarese detalle no lo sabía! XD
cobrale intereses ahora por lo que le diste ;D
jajaja, pídele a tu sister que al menos se pague una cena!!!
ResponderEliminar¡Se lo diré de tu parte! ¡Besitos!
ResponderEliminar